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En Colima, la sal no es solo un condimento, es parte del alma del estado. Extraída de manera ancestral en las salinas de Cuyutlán, este “oro blanco” ha dado sabor a la gastronomía local por siglos. Su historia, su proceso artesanal y su conexión con la cultura costera la hacen digna de conocerse… y probarse.

Un ingrediente con alma costera.

Hay ingredientes que simplemente no pueden faltar en nuestra cocina, y hay otros que, además, tienen alma e historia que se combinan con un exquisito sabor. Proveniente de las salinas de Cuyutlán, la sal de Colima es considerada una de las más puras y ricas en minerales del país. Su textura, su origen artesanal y su conexión tan fuerte con la tierra y la cultura la convierten en un elemento clave de la gastronomía colimota.

De hecho, es muy probable que la sal que usas en casa ahora mismo haya sido extraída en Colima, uno de los principales productores a nivel nacional.

Un poco de historia: sal con siglos de tradición.

La producción de la sal de Colima no es cosa reciente, se remonta a tiempos prehispánicos, cuando los nahuas ya aprovechaban las costas del Pacífico para extraer este valioso recurso. Sin embargo, con la llegada de los españoles las técnicas se perfeccionaron y las salinas comenzaron a tomar la forma que se conoce actualmente. Desde entonces, generaciones de salineros han heredado sus conocimientos, convirtiendo la producción de sal en una auténtica tradición regional.

Un proceso que sabe a sol y mar.

La sal de Colima nace de un proceso 100 % natural, todo comienza con el agua del mar, que se canaliza hacia extensas piletas poco profundas, ahí, el sol evapora lentamente el agua, dejando que la sal cristalice. Luego, los salineros recogen manualmente los cristales y los amontonan, formando paisajes que parecen salidos de una postal: montículos blancos bajo cielos azules, rodeados por la brisa marina.

No hay químicos, no hay prisa: solo tiempo, sol, mar y tradición.

Cultura viva en cada grano.

La producción de sal es parte del tejido cultural del estado, visitar las salinas es presenciar un modo de vida que se ha mantenido por siglos, incluso El Museo de la Sal, ubicado en Cuyutlán, permite a los visitantes conocer herramientas antiguas, fotografías históricas y relatos de salineros que han dedicado su vida a este noble oficio.

Un viaje que deja buen sabor

Explorar la historia, cultura y sabor de la sal de Colima es una experiencia que no debes perderte. Y si quieres disfrutarla en su máxima expresión, con el mar de fondo, la playa y el alma descansando, Hotel Tesoro Manzanillo es un excelente punto de partida. Desde ahí puedes conocer las salinas, probar los sabores de la región y relajarte entre la arena, el sol y la brisa.
Porque en Colima, la sal no solo se usa: se vive, se siente… y se recuerda.

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¡Esperamos verte pronto en Tesoro Manzanillo!

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